viernes, 19 de mayo de 2017

Resiliencia

Resiliencia: La resiliencia es la capacidad para afrontar la adversidad y lograr adaptarse bien ante las tragedias, los traumas, las amenazas o el estrés severo.

Iba camino a la segunda sesión de radio, me coloqué los cascos, enchufé el móvil y puse el volumen al máximo. La alarma de peligrosidad del volumen del móvil saltó: "Escuchar a volumen demasiado alto durante periodos de tiempo puede dañar su audición. Pulse Aceptar para que se pueda aumentar el volumen por encima de los niveles seguros"  Por supuesto Power de Helloween sonó a todo trapo en mis oídos. 
Me dirigí al Hospital, entré en el tétrico recinto sin bajar el volumen de mi música. Sentí que me iba a comer el mundo: If I could Fly, también de Helloween, retumbaba hasta en mi interior:

No fear, no pain
Nobody left to blame
I'll try alone
Make destiny my own
I learn to free my mind
Myself I now must find
Once more
Once more

Ojalá fuese tan fácil dejar libre mi mente, pero en ese momento me sentía pletórica con la mente en blanco, no quería pensar en ello. Pasé mi tarjeta por el lector y esperé a que sonase mi nombre en la sala de espera.

Al salir de la sesión de radio me encontraba fatigada, cansada y mareada así que decidí mandarle un mensaje.

- Puedo ir a tu casa?

No sabía cómo iba a reaccionar pero estaba tan agotada que tan sólo necesitaba un poco de cariño y un abrazo, me encontraba débil y no estaba dispuesta a pensar demasiado en el motivo por el cuál, la primera persona que se vino a mi mente fuese Él. 

- Claro que sí
  A que hora llegarás?

Llegué a su casa de forma mecánica, me limité a decirle que necesitaba descansar un poco en la cama, cosa que era completamente cierta. Él también estaba cansado del amargo de día de trabajo que había pasado. Así que nos tumbamos en la cama sin mediar una gran conversación. En seguida cayó rendido y cerró los ojos, mientras yo y mi cabeza íbamos a dos mil por hora. 
Hubo un momento mientras dormía que se giró hacía mi y me abrazó de forma inconsciente; fue el único momento en el que creí que me quería.
Sentí que me amaba incondicionalmente que queda abrazo significaba algo, que aún estando dormido tenía la necesidad de estrecharme, sentirme y no dejar que me escapase de entre sus manos. Pero, no sé si habéis visto la serie de Awkward, a su lado siempre me sentía igual, pequeña, insignificante y buscando a un Matt como pollo sin cabeza.

Las palabras de Fabio resonaban en mi cabeza, no era nada para Él, un simple juego, un capricho, pero al mirarle agarrado a mí, pensaba todo lo contrario. Toda esa situación me resultaba absurda, resulta que siempre estaba a la defensiva y a expensas del debate de mi ángel y mi demonio interior. Tengo que admitir que siempre ganaba mi demonio, mi negra del Bronx tenía mucho carácter.
Quise apartar su mano y quería creer que no necesitaba, supongo que en el fondo, quería auto engañarme. 
No era nada para Él. Sabía perfectamente que no pegábamos ni con Superglue. Éramos tan diferentes, un niño de la Bonanova y una punky zaparrastrosa; la noche y el día. Creo que hasta ahora nunca os lo había descrito, era el típico niño pijo: barbita de tres días que tanto me gustaba acariciar,era muy alto y muy guapo, como no. Tenía los ojos azules penetrantes, de esos que cuando te miran, hace que creas que estas completamente expuesta y desnuda. Tenía una sonrisa espectacular, esa media sonrisa que le salía de vez en cuando, mientras mordía su labio que tan loca me volvía. Un pecho en el que me gustaba apoyar la cabeza y dejar pasar el tiempo mientras el latir de su corazón penetraba en mis oídos. Manos fuertes y suaves, esas manos que sabían perfectamente como acariciar cada centímetro de mi cuerpo. Y yo, pues bueno, una chica morena, bajita, del montón, llena de piercings y tatuajes. Vamos la típica pareja de chiste.  Sabía que el amor que le tenía no iba a ser suficiente, nunca iba a ser suficiente. Considero que se lo había comentado en infinidad de ocasiones sin hallar una respuesta coherente. 
Al igual que yo no entendí, desde el principio, como un chico como él se ha fijado en alguien como yo, imagino que Él se debía hacer la misma pregunta a diario.

Era cierto, no era la típica chica que presentarías con orgullo a tus padres. Sospechaba que más bien yo era un trance en su vida, algo provisional y pasajero. Siempre he creído que he sido la chica transitoria.
Imagino que en parte le hizo más fuerte estar conmigo ,y de eso, sí que me tengo que sentir orgullosa. Me figuro que con los años, casado, con hijos y una mujer florero perfecta, se acordará de mí con nostalgia. Estará en la típica charla de amigotes un domingo por la mañana, sentado en una terraza tomándose unas cervezas, escapando de su idílica vida y recordando tiempos pasados; entonces Él diría algo así: cómo me acuerdo de aquella chica a la que me tiraba, ostia, ¿cómo se llamaba? follaba muy bien, pero ya sabéis la típica tía que sólo es de paso. (risas de complicidad)

Las palabras de Fabio me habían hecho mucho daño, no por lo que dijo, sino porque realmente yo me sentía así. Sentía que mientras estaba con Él, estaba viviendo una vida prestada. Algo que no me pertocaba; nunca iba a poder ser su rubia, chica florero, despampanante, con el celebro justo para combinar zapatos y bolso. No, no sería la rubia perfecta para crear una familia y vivir una vida maravillosa de cara a la galería.
Quise ser la persona que le hiciese pensar, y que lo hiciese ser él mismo, la persona con la que se desahogarse, con la que llorase, con la que sintiese. No, no iba a ser una vida fácil, habría millones de desavenencias, miles de discusiones, incluso por las pequeñas cosas como dejarse los botes abiertos.
Pretendí que supiese que llorar delante de mí no era de ser débil, era una forma de enfrentarse a las situaciones negativas de la vida. Le amé como nunca he amado a nadie, pero todos sabemos que eso no es suficiente. No es la vida que él tenía prevista para sí mismo.
Alguna vez le dejé caer cómo me sentía, como creía que no pintaba nada en su vida y cómo, realmente, iba a ser una persona simplemente pasajera en su vida. Se lo tomaba a broma, a veces se enojaba, pero en el fondo, sabía que era mis palabras eran ciertas. Nunca iba a ser esa rubia perfecta, pero quería disfrutar de aquel momento. Ansiaba creer que me quería tal y como era.

Así que simplemente aproveché el momento, decidí dejar de pensar en lo malo; porque como decía mi abuela: si lo breve es bueno, dos veces bueno. Sabía que iba a ser algo fugaz, pero merecía la pena y tenía derecho disfrutarlo.
No sabía cuánto iba a durar lo nuestro, pero tampoco sabía cuánto iba a durar yo. Por lo que me aferré a esos momentos, intenté memorizar cada uno de ellos, no iba a dejar que se escapasen de mi memoria. Quería guardar cada beso en una cajita (cómo diría Robe de Extremoduro), por si alguna vez me veía cara a cara con la muerte, y así poder mostrarle que alguna vez me quisieron.
Deseaba poder memorizar cada abrazo, cada caricia, cada mimo, cada "te quiero", cuántas veces le rogué que me dijese te quiero, quería grabar a fuego cómo sonaba un te quiero de sus labios. Y es que en el fondo, muy en el fondo, una es blandengue y empalagosa como los osos amorosos.

Imagino que estaréis pensando dónde estaba mi negra del Bronx, en esos momentos la muy cabrona siempre estaba apagada o fuera de cobertura, aunque siempre había un ápice de su conciencia.
¿En serio necesitas a un tío para esto?. Masturbate y recuerda las mejores pajas.

Estaba exhausta, el agotamiento se estaba apoderando de mí, la radio le afecta a cada persona de una manera diferente, a mí, me afectaba en el cansancio, estaba molida. Además de mis pesadillas habituales, ahora me daba pánico dormirme, no quería dormir; cada vez que mis ojos se cerraban tenía la sensación de que esa iba a ser la última vez; dormir y no despertar. Seguía cagada de miedo pero no iba a demostrarlo.
No quería que Él se diese cuenta de lo que estaba pasando por mi cabeza. El miedo a la muerte es algo que dejamos aparcado, a no ser que empiece a pisarte los talones. No podía permitirme que eso me afectase delante de Él, yo siempre estaba bien. Esa ha sido mi excusa, siempre estoy bien, algo cansada pero bien.
Si me tenía que recordar quería que fuese como la tía que follaba de puta madre, no como la tía que se estaba ahogando en sus propios miedos.
Así que gocé de cada momento con Él, como si fuese el último. Necesitaba tanto sus besos sus caricias. Esas caricias que hacían que se estremeciese todo mi cuerpo, esas que me hacían olvidar que estaba al borde del abismo y que me hacían sentir viva. Tenía que positivizar cada segundo, no quería irme con un mal sabor de boca.
A veces, uno se olvida que uno mismo, puede llegar a ser su peor enemigo. Hay que tomarse las adversidades de otra forma y aprender a ser resiliente.



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